Cómo convertir las pruebas en triunfos

El obstáculo es el camino

Esa cosa frente a ti. Esa complicación. Ese obstáculo. Ese frustrante, desafortunado, embrollado e
imprevisto problema que te impide hacer lo que deseas. Esa situación que temes o que esperas en secreto
que no suceda nunca. ¿Qué pasaría si no fuera tan mala como parece?

¿Qué ocurriría si, incrustados en su interior o inherentes a ella, hubiera ciertos beneficios
exclusivamente para ti? ¿Qué harías en esta situación? ¿Qué crees que haría la mayoría de las personas?
Quizá lo que siempre ha hecho y lo que tú haces ahora: nada.

Seamos honestos: la mayoría de nosotros nos paralizamos. Sean cuales fueren nuestras metas, la
mayoría nos inmovilizamos frente a los numerosos obstáculos que nos aguardan.
Quisiéramos que esto no fuera cierto, pero lo es.

Lo que nos bloquea es claro. Sistémico: instituciones en decadencia, un desempleo creciente, el
exorbitante costo de la educación y la perturbación tecnológica. Individual: somos demasiado pequeños,
viejos, tenemos temor, pobreza, tensión, falta de acceso, de apoyo, de seguridad. ¡Somos expertos en
catalogar lo que nos contiene!

Cada obstáculo es único para cada uno de nosotros. Pero las respuestas que suscitan son las mismas: miedo, frustración, confusión, desamparo, depresión, enojo.

Sabes lo que quieres hacer pero sientes como si un enemigo invisible te hubiera encajonado y te
oprimiera con una almohada. Intentas llegar a algún lugar, pero invariablemente algo bloquea el camino,
sigue y estorba cada uno de tus pasos. Tienes apenas libertad suficiente para sentir que puedes avanzar;
la suficiente para sentir que es culpa tuya que no puedas continuar o cobrar impulso.

Estamos insatisfechos con nuestro trabajo, nuestras relaciones, nuestro lugar en el mundo. Queremos
ir a alguna parte, pero algo se interpone en el camino.

Así que no hacemos nada.

Culpamos a nuestro jefe, la economía, los políticos, los demás o nos consideramos fracasados, y
decidimos que nuestras metas son imposibles de alcanzar, cuando lo cierto es que lo que falla son dos
cosas: nuestra actitud y enfoque.

Ha habido ya incontables lecciones (y libros) acerca de cómo alcanzar el éxito, pero nadie nos ha
enseñado nunca a superar el fracaso, cómo concebir los obstáculos, cómo tratarlos y triunfar sobre ellos,
así que estamos estancados. Asediados por todos los frentes, muchos de nosotros nos sentimos
desorientados, reactivos y confundidos. No tenemos idea de qué hacer.

Por otra parte, no todos están paralizados. Vemos con asombro que algunos parecen convertir en
trampolines los mismos obstáculos que a nosotros nos intimidan. ¿Cómo lo consiguen? ¿Cuál es el
secreto?

Más pasmoso es aún el hecho de que generaciones pasadas enfrentaron problemas peores con menos
redes de protección y menos herramientas. Se vieron frente a los mismos obstáculos que tenemos hoy en
día más aquellos otros que se empeñaron en eliminar en beneficio de sus hijos y otras personas. Pero
nosotros seguimos estancados.

¿Qué tienen esas figuras que nosotros no? ¿Qué nos falta? Muy simple: un método y un marco para
comprender, apreciar y actuar en consecuencia con los obstáculos que la vida nos pone.

John D. Rockefeller lo tuvo; en su caso, fue una fría obstinación y autodisciplina. Demóstenes, el gran
orador ateniense, lo tenía; en su caso, fue un afán incansable de mejorar por medio de la acción y la
práctica. Abraham Lincoln lo tuvo; para él fue la humildad, la resistencia y una voluntad compasiva.

Hay otros nombres que también verás una y otra vez en este libro: Ulysses S. Grant, Thomas Edison, Margaret Thatcher, Samuel Zemurray, Amelia Earhart, Erwin Rommel, Dwight D. Eisenhower, Richard
Wright, Jack Johnson, Theodore Roosevelt, Steve Jobs, James Stockdale, Laura Ingalls Wilder, Barack
Obama.

Algunos de esos hombres y mujeres encararon inimaginables horrores, desde la cárcel hasta
enfermedades discapacitantes, además de frustraciones cotidianas que no eran diferentes de las nuestras.
Lidiaron con las mismas rivalidades, agitaciones políticas, dramas, resistencias, formas de
conservadurismo, estallidos, tensiones y calamidades económicas. O con peores.

Sujetos a tales presiones, esos individuos fueron transformados. Fueron transformados en el mismo
sentido que Andy Grove, el exdirector general de Intel, insinuó cuando describió lo que les ocurre a las
empresas en tiempos tumultuosos: “Las malas compañías son destruidas por una crisis. Las buenas
compañías sobreviven a ella. Las compañías de excelencia mejoran por su intermedio”.

En el siguiente documento pueden adquirir completamente gratis todo lo que necesitas saber para superar los obstáculos.

Descargar gratis aquí

  1. Sandra patricia caicedo Arboleda dice:

    El exito esta en encotrar le gusto a lo que te conviene

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Subir