La vida despúes del cautiverio

Vida después de los campos de concentración

Viktor Frankl en su obra El hombre en busca de sentido dejó una gran lección existencial a través del relato de su experiencia de supervivencia en los campos de concentración, pero tras su liberación tuvo que enfrentar nuevos retos, testimonio que ha permanecido oculto para la mayoría de sus lectores.

La idea principal que nos vende el autor es que no aún la peor desgracia es suficientemente poderosa para poner en duda el sentido potencial de la existencia y dignidad de toda persona.

Con el pasar de los años el autor cedió sus notas personales y cartas para ser examinadas y luego publicadas con la firme convicción de que sus vivencias durante la etapa del regreso a casa aportarían valor y confianza a todo aquel que busca consuelo.

Cartas y escritos

Para esta obra se seleccionaron los textos y la correspondencia del escritor al regresar a Viena tras finalizar su encierro de cuatro años en los campos de concentración, puede decirse que este libro es complemento y continuación de El Hombre en busca de sentido, y nos brinda información nueva que resultará sorprendente tanto para los lectores que conocen la biografía de Frankl como para el público que desea conocer su vida y forma de pensar.

En esta entrega el autor nos ofrece una mirada de lo que ocurrió después de su liberación tras 4 años de cautiverio, lo que vivió y lo que sintió en esta etapa del regreso a casa.

Partes de la obra

La obra cuenta con tres partes, inicia con los poemas escritos  y cartas escritas por el autor, continúa con una serie de conferencia,  entrevistas y comentarios sobre el nazismo, el holocausto y la Segunda Guerra Mundial, y finaliza con los discursos conmemorativos.

Sus primeras lineas

Cuando el autor escribió sus primeras cartas desconocía que su madre y esposa habían fallecido durante la guerra, y sus palabras estaban cargadas de esperanza y fue invadido por la soledad, pero gracias a su compromiso con su trabajo intelectual que fue lo único que le ayudó a sostenerse hasta conocer a su segunda esposa y madre de su hija.

De toda esta experiencia que le tocó vivir evidencia sincera y emotiva reflejada en las cartas: “No me ha quedado nada, excepto el compromiso de completar mi obra intelectual, aún y a pesar de todo, o quizá precisamente por todo lo que tengo que sufrir.”

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